ENTREVISTA DE TAPA | Johnny Tedesco | “Siempre vale la pena volver”

juan manuel strassburger
7 min readJul 4, 2016

Publicada el 28 de mayo de 11 en Tiempo Argentino

Mucho antes de enamorar a las adolescentes con su jopo rockero, sweaters llamativos y bailes a lo Elvis en el Club del Clan, Johny Tedesco ofició de celestino de… sus padres. Sí, el ídolo teen que grabó el único rockabilly en castellano aceptado por el canon anglosajón (el clásico “Rock del tom tom”) y que en épocas de extrema popularidad solía salir de paseo con un puma bebé cuidadosamente ajustado a su correa para ahuyentar fans, fue el responsable — cuando niño — de que sus padres… se volvieran a enamorar.

“Mis padres se habían separado cuando yo tenía tres años. Y a los once ya no me bancaba más tener que ir al colegio el día del padre y que estuviera todo mal”, recuerda ahora, varias décadas después. “La verdad que yo lo extrañaba mucho a mi viejo. Entonces les empecé a hablar a los dos. Les decía: ‘Basta, ¿por qué no se juntan de nuevo?’ Yo ya había visto que había onda entre ellos. Y les empecé a arrimar el bochín (risas) Hasta que una tarde, que tenía que volver a casa, le pregunté a mi viejo: ‘¿Vamos?’ ‘Vamos’, me contestó. Y armó la valija para volver a casa. Yo saltaba de alegría”.

— ¿Y se mantuvieron juntos?
— Sí, hasta sus últimos días.

Johnny Tedesco, que este sábado presenta 50 años con el rock n roll, su primer disco con canciones nuevas en casi 20 años, fue el primero en destacarse dentro de El Club del Clan, el programa de los sesenta que marcó un antes y un después en la música joven de la Argentina. Y no sólo por su impresionante éxito comercial sino por ser la primera manifestación juvenil que rompió con la tradición de los “mayores”: el folklore y el tango. Años después, la emergencia del rock nacional le quitó algo de ese valor disruptivo (además de que Nebbia, Moris y cía desestimaban el programa) pero lo cierto es que durante el tiempo que duró, El Club del Clan separó aguas. Y sirvió como semillero de futuras estrellas pop como Palito Ortega y Violeta Rivas, pero también de Horacio Molina y Chico Novarro, que luego compusieron grandes temas de la cancionero popular argentino.

En ese club de amigos, Johnny tenía el perfil más clásicamente rockero. Su look particularmente rockero lo convertía en una especie de Elvis rubio y carilindo que despertaba la histeria de las chicas a niveles pocos veces visto. “Viví momentos muy fuertes, momentos de acoso muy grosso como estar sentados tranquilos charlando en el Tigre y que de repente apareciera una lancha llena de chicas queriéndote sacar una foto. No fue fácil. Y no lo sufrí porque en definitiva es lo que buscaba. Era halagüeño, claro. Pero el grado en que se manifestaba ese cariño era muy fuerte

— ¿A qué te aferraste para no creértela?
— A mi familia y a la música. Siempre llevaba una guitarra conmigo. Canalizaba todo ahí. También me iba al campo, me metía en las pulperías donde no me conocía nadie para no perder contacto con la realidad.

— ¿Cómo se llevaban entre ustedes?
— Muy bien. En general eramos bastante tranquis. O sea que no nos ibas a ver metiéndonos en un boliche, etcétera. No curtíamos esa onda y tampoco podíamos hacerlo. Pero sí es cierto que la pasábamos bien. Estaba desde Nicky (Jones) que es el que se la pasaba haciendo chistes todo el día hasta el Negro Lavié, un personaje divino como lo sigo siendo hasta hoy. Y después teníamos a los más intelectuales como Horacio Molina, que estaba en el Club de Clan aunque muchos no lo recuerden, je. Todos nos llevábamos muy bien.

— ¿Cómo manejaban la competencia?
— Nadie lo manifestaba mal. Era algo mas de la compañía grabadora. No había pica entrre nosotros porque además éramos muy diferente. Era imposible competir.

— El rock nacional siempre miró de reojo al Club del Clan porque lo consideraba complaciente y comercial. Pero a los más sectores más conservadores de la sociedad también le molestaba el programa porque lo veían como un desafío a ciertos modelos paternos. ¿Coincidís?
— Sí, veníamos a cambiar muchas cosas. Sentíamos la mirada cuestionadora. Pero eso ya me pasaba a mí en el colegio. Vos me veías caminar y decías este pibe esta en el palo del rock, el cuellito levantado, la patilla baja, había una onda muy especial. Pero es cierto que cuando todo eso toma estado público muchas familias se resistieron. Pensaban: ¡esto viene a tirarme de la mesa lo que yo hice todo este tiempo!

— El Club del Clan es del ’62. Pero en el ’67 surgió el rock nacional con “La Balsa” y ahí muchos dijeron que eso era “la verdadera música joven”. ¿Cómo lo tomaste vos?
— Lo tomé como cuando mis tíos discutían de política y se usaba ese argumento para denostar al que estuvo antes. Si eso pasaba en política, ¿por qué íbamos a ser ajenos nosotros? Pero no me sorprendió. Lo que me quedaba era aceptarlo. Y en todo caso aggionarme. Y la verdad que cuando salió el beat me gustó. Grabé con Los Gatos y (Litto) Nebbia produjo un disco mío.

— ¿Y qué te decían?
— Les encantaba. Les gustaba mucho la onda que tenía de rock.

Johnny Tedesco cuenta que además de Nebbia y David Lebón, compartió zapadas con Luis Alberto Spinetta y, muchos años después, se enteró que el propio Gustavo Cerati había sido uno de sus ídolos. “Su madre me contó que de adolescente me imitaba frente al espejo y tocaba mis temas en las fiestas. Y él mismo me lo confirmó una vez que nos encontramos en una cena de la Sociedad de Autores y me dijo: ‘Es tan fuerte lo que significás para mí que te agradezco mucho que te hayas acercado a saludarme. Soy muy tímido y no me hubiera animado nunca’”. Una ascendencia que hoy se repite con Los Villanos (que grabaron “Mi alma lloró” en versión punk-rock) y Boom Boom Kid (el ex líder de Fun People), que más de una vez se dejó ver en sus recitales.

— Ahora que Palito Ortega volvió a llenar estadios y hasta Vicentico introdujo aires beat en su último disco, ¿te parece que es una época más propicia para la generación del Club del Clan?
— Sí. Todo eso y el hecho de que haya gente de cuarenta y pico, cincuenta y pico, sesenta y pico que no tiene donde divertirse y expresarse. Una franja huérfana que empezó a manifestarse también. Hoy es todo megafestivales y yo chocho con eso. Pero también era hora de que se empezara a reconocerse la labor de muchos artistas. Es un país muy rico con todo este tipo de música.

— ¿En los ’80 y ’90 sentiste que el prejuicio era más fuerte?
— Sí. Pero traté de mostrarme activo. No dejé de tocar ni de cantar lo que seguía componiendo. Y la verdad que siempre vale la pena volver. Reencontrarme con mi público de siempre. Los que me dicen emocionados ‘¡Yo me gane un concurso de rocanrol con vos!’. Y también los curiosos, los que vienen a ver si lo que les dice el viejo es verdad (risas).

— Una vuelta a los comienzos pero desde hoy…
— Claro. A mí los rockabileros me dicen que tengo el rockabilly en la piel. ¡Y es así!

Cómo es el nuevo disco

50 años con el rock and roll, el primer disco con canciones nuevas que Johnny Tedesco pública en casi 20 años, tiene una historia de persistencia detrás. Compuesto y grabado en su gran parte a fines de los ’90, el ex Club del Clan no se animó a mostrárselo a las compañías. “Era un momento en que ésta música que hago yo no sonaba. Había mucha electrónica, mucho pop al palo y yo pensaba que me iban a echar flee. Entonces terminamos no mostrándolo”. Por suerte, el tiempo le dio revancha al autor de “Soy latinoamericano”. Y diez años después, tras El Regreso, el disco con el que recuperó sus clásicos, llegó este álbum en donde pudo darle rienda suelta al rock n’ roll tal como siempre lo entendió uno de sus pioneros en español. “Es un disco que me debía y al que le puse toda la pila. Creo mucho en este material. Me siento identificado. Es es el Johnny Tedesco con los aire de rock n’ roll de siempre, pero con un sonido actual”. Entre temas propios como “Esta pasión” o “Algo está llamándome” (junto al prestigioso guitarrista Fernando Goin), Johnny se luce también con algunos covers castellanizados a su manera como “Es una pena” (original de Bonnie Tyler) y “Mar de amor”, viejo clásico de Phil Phillips.

Crianza humilde y peronista

No muchos lo saben, pero Johnny Tedesco tuvo una crianza humilde (y peronista) mucho antes de convertirse en el Elvis del Club del Clan. “Yo nazco en la casa de mi abuela, en Mariano Acha y Nahuel Huapi. Pero pronto, cuando se separan mis padres, vamos a vivir a un PH. Y la pasamos dificil. Con momentos que tuvimos que pelearla mucho. Tanto del lado de mi madre como de mi padre”. Una precariedad económica que iba a la par de una filiación popular. “En la familia Tedesco, mi rama materna, se militaba mucho, a si que cuando derrocaron a Perón en el ’55 entraron a casa a romper todo. Mi padre siempre me habló de las posibilidades que les había dado el Gobierno a los más pobres. Yo lo viví en carne propia. Y de eso yo no me olvido”, remarca con emoción en los ojos.

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juan manuel strassburger

Periodista de espectáculos y cultura. Escribe en en Radar (Pag/12) y Sábado (La Nación). Antes: Clarín, Tiempo Argentino, La Mano, El Cronista y más