COLUMNA | Cara culo teta

juan manuel strassburger
3 min readMar 8, 2024

Publicado originalmente el 3 de febrero de 2012 en Blogger https://lowfirocker.blogspot.com/2012/02/cara-culo-teta.html

Todos los chabones tenemos un patrón. Una huella digital. Un dibujo único en el iris. El mío es cara-culo-teta.

Una vez se lo comenté a una mina. Mi patrón. Y me miró rencorosa. “Claro, como todos”, puchereó. Era tetona.

Sin embargo me crié en Latinoamérica. Honduras y Colombia. Donde la teta es Dios y la cara, ansia de alegría y perfección. ¿El culo? Aficción de marginales.

Anoche, charlando con amigos en una parrilla, indagué en estos patrones. Las distintas rutas para el deseo. Y dos votamos cara-culo-teta; uno, culo-cara-teta; y el restante cara-teta-culo. ¿Por qué? ¿Qué significa?

Creo que un chabón que elige culo-cara-teta se relaciona muy distinto a uno que se fija en cara-culo-teta. Hay una grieta, un abismo, entre los dos. Porque no tengo dudas de que mucho amor de toda la vida, mucho “estamos hechos el uno para el otro”, empezó con algo tan superficial y burdo aunque al mismo tiempo tan vital como coincidir en un determinado patrón de deseo. O sea: sí, nos entendemos; sí, tenemos cosas en común. Pero todo empezó porque justo pasaste de frente y yo tenía teta-cara-culo como pauta.

Ahora, ¿qué te lleva a preferir cara-culo-teta sobre culo-teta-cara? ¿Qué motiva una cosa u la otra? ¿Sólo el gusto o algo más? No es anodino el problema que planteo. Estoy hablando de pibes que por ahí no le dan una segunda oportunidad a una mina porque… la vieron de espaldas. También descubrí que no está exenta de ideología y cultura la cuestión. Por ejemplo: es evidente que el grado cero, la norma occidental, es cara-teta-culo. Y que la fórmula cara-culo-teta es muy argentina. Una vuelta de tuerca al estándar occidental. Grecia y Roma reformuladas por Olmedo y Porcel.

Mirando pelis yanquis me doy cuenta, por otra parte, que los johnnys alucinan entre dos patrones: cara-teta-culo y teta-cara-culo, los más audaces. ¿El culo? Te lo debo. Por eso, supongo, para los adolescentes que crecimos en los 90 era muy difícil encontrar fotos de Pamela Anderson de espaldas. Ella siempre fue puro teta y cara. Al punto que yo llegué a preguntarme: pará, ¿qué onda que no hay una sola foto de Pamela Anderson de espaldas? Hasta que entendí: claro, ellos son teta-cara-culo.

Una excepción ¿que confirma la regla? sería Jennifer López. Puro culo y cara. Nada de tetas. En yanquilandia. ¿Subversión? No sé. Pero me atrae la idea: “ Vengan, conozcan a Jennifer López, la avanzada latina línea Olmedo-Porcel en el occidental e imperialista gusto yanqui del deseo. Bancátela y apretá”.

¿Y la fórmula culo-cara-teta? Yo creo que es de origen oriental. Que sólo puede entenderse desde Japón. Desde la certeza que sólo habrá pechos pequeños y que los ojos redondos sólo se encontrarán en el manga o el animé (y a mucha honra).

En fin, lo que me queda claro es que el que elige culo-cara-teta es un zarpado. Un soberbio. Un optimista del futuro. Y el que opta por teta-cara-culo (o su variante) ansia el refugio. Volver a ese hogar que lo cobijaba suave y que un buen día no estuvo más. Se fue. Pasó. El que sigue cara-culo-teta, en cambio, ama el hoy. Se relaciona con la mirada, el beso. Piensa: “Nunca, pero nunca, me aburriré de esta cara hermosa”. Y sonríe.

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juan manuel strassburger

Periodista de espectáculos y cultura. Escribe en en Radar (Pag/12) y Sábado (La Nación). Antes: Clarín, Tiempo Argentino, La Mano, El Cronista y más